30 de mayo de 2011

Una luciérnaga que estaba en París, un día que salió a pasear, pasó por casualidad delante de una sombrerería y pensó en comprar un gorro que le gustaba. Al salir se lo puso pero con el viento se le caía todo el rato. Lo extraño, es que cuando paró el viento se le siguió cayendo el sombrero todo el rato: el sombrero estaba enganchado por una caña de pescar, un amigo le estaba gastando una broma, pero él no se daba cuenta. Resulta que la luciérnaga estaba estudiando biología en la universidad, y quería practicar, así que lo que se le ocurrió fue sacar el bisturí (siempre lo lleva encima) y empezar a diseccionar el sombrero (porque pensaba que estaba vivo).
Y bueno, así fue como se dio cuneta de que no estaba vivo y le estaban gastando una broma.

El sombrero no sobrevivió a la operación, pobrecito.



                                                  FIN

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